La familia Gaja se estableció en la región del Piamonte, en el noroeste de Italia, a mediados del siglo XVII. Cuatro generaciones de esta familia han venido produciendo vinos en las colinas Langhe del Piamonte desde 1859.
Después de sus estudios en Alba, Montpellier y Bourgogne en 1961 donde había aprendido y realizado múltiples prácticas profesionales, sobre las diferentes formas del cuidado de las viñas y la vinificación. Angelo Gaja aplicó cambios revolucionarios en el Piamonte. En su momento dio lugar a una controversia pero hoy sabemos que su aportación fue fundamental.
Angelo Gaja, tuvo el valor de romper con los métodos de elaboración que databan de 1850. Estas técnicas exigían recolección tardía, larga extracción y un envejecimiento casi interminable en viejas cubas de crianza. Eran unos vinos muy tánicos pero a menudo convertidos en muy secos a base de esperar mucho tiempo a que llegara una maduración que jamás llegaba.
Angelo Gaja, decidió elaborar unos vinos tintos fermentados en cubas de acero inoxidable con control de temperatura, bien macerados, y remontados sólo durante dos semanas. Suavizados por una limpia fermentación maloláctica, envejecidos en barricas nuevas de roble francés durante seis meses y madurados en cubas de viejo roble de Eslovenia durante los doce meses suplementarios que exige la reglamentación.
Los criterios de calidad de Angelo Gaja son muy estrictos, por primera vez desde los tiempos de la filoxera, un cosechero de Barbaresco limitó las podas de sus viñedos a 8 yemas por cepa – en lugar de las 24 habituales – con toda la fuerza concentrada en tan pocos racimos los vinos alcanzaron una increíble intensidad.
Renunció a la compra de uva procedente de terceros. Sólo se podía elaborar vinos a partir de las propias propiedades en las cuales se aplicaban sus métodos. Se abandonó el ajuste de los vinos, hasta entonces el vino era un assemblage de diferentes cosechas, lo que permitía que año tras año el vino mantuviese la misma identidad. Pero para Angelo así solo se lograba una mediocridad tranquila. Así se perdían los años excepcionales. Desde ese momento sólo se elaboraron millésimés, y si el año no era bueno no se embotellaba.
Sus Nebbiolo, elaborados con la cepa tinta más fina del norte de Italia, el Dolcetto y el Barbaresco han dado una nueva celebridad a los vinos tintos del Piamonte
En la actualidad, Angelo Gaja vive en Barbaresco con su mujer Lucia y sus tres hijos, Gaia, Rossana y Giovanni que representan la quinta generación de la familia. La bodega cuenta con 102 hectáreas de viñedo en los distritos de Barbaresco y Barolo.
En 1994, la familia adquirió su primera propiedad en la Tosacana, Pieve di Santa Restituta en Montalcino, y en 1996 se hizo con una segunda propiedad también en la Toscana, Ca’Marcanda situada en el distrito de Bolgheri.