Desde que los fenicios introdujeran la actividad vitivinícola en el S. VII aC, la uva y su producto derivado más popular, el vino, han sido parte consustancial del devenir económico, cultural y social de Ibiza y Formentera. Hoy, sendas denominaciones, “Vi de la terra d’Eivissa” y “Vi de la terra de Formentera”, regulan y amparan la producción y elaboración de vinos propios de ambas islas. Todas las botellas se comercializan con un número de control oficial asignado por el Institut de Qualitat Agroalimentària del Govern de les Illes Balears, que es el organismo encargado de velar por el control y la certificación del vino.
Denominaciones “Vi de la terra d’Eivissa” y “Vi de la terra de Formentera”
En la primera denominación las variedades cultivadas son la Monastrell, ‘Ull de Llebre’, Cabernet Sauvignon, Merlot y Syrah para los tintos y la Macabeu, Parellada, ‘Malvasía’, Chardonnay, Moscatel de Alejandría y Moscatel de grano pequeño para los blancos. En la denominación de la pitiusa menor las variedades cultivadas son la Monastrell, ‘Fogoneu’, ‘Ull de Llebre’, Cabernet Sauvignon para los vinos tintos y la ‘Malvasía’, ‘Premsal Blanc’, Chardonnay, Viognier, Garnacha blanca y Moscatel de grano pequeño para los blancos.
De todas ellas nacen caldos que recogen notas muy características y que definen la personalidad de un producto artesano y de calidad. De hecho, los viñedos en ambas islas cuentan con un elevado número de horas de sol y una baja pluviometría que, unido a las características de los suelos, dan como resultado vinos con cuerpo, densos y de bouquet intenso y afrutado.
La peculiaridad climática de las Pitiusas hace que el periodo de vendimia de esas preciadas uvas se dé muy temprano. De hecho, a principios de agosto las diversas bodegas de las islas se ponen manos a la obra y comienzan con la recolección de las respectivas variedades. Obviamente, cada una de ellas cuenta con sus propios tiempos, y los viticultores locales establecen el orden de vendimia óptimo para cada una de ellas en función del tipo de suelo en el que han crecido, de la climatología y de las características de cada uva. Por lo general se empieza por las que van a ser la base de los vinos blancos, como las variedades ‘Malvasía’ y Moscatel, para seguir luego con las propias para tintos y rosados, como la Monastrell o la Syrah, entre otras.
La vendimia de 2022 se anticipa excelente en lo que se refiere a calidad y aparentemente discreta en cuanto a cantidad. El año pasado, en lo que a la isla de Ibiza se refiere, se vendimiaron 59 hectáreas, con una producción de 197 toneladas de uva, 70% de las cuales negras, con las que se elaboraron más de 1.270 hl de vino. En Formentera, también en 2021, se vendimiaron 14,3 hectáreas que dieron como resultado una producción de 190 hl de vino. Producciones limitadas que hacen que los vinos resultantes se conviertan en productos muy codiciados por una cada vez más selecta clientela. A nivel local, los vinos más consumidos por los visitantes son los blancos y rosados, al ser idóneos para la época estival en la que se prefieren caldos fríos. Sin embargo, a la hora de exportar, los vinos tintos cobran protagonismo y son consumidos con notable éxito en diversos países europeos.
Bodegas de Ibiza y Formentera
Can Rich, nacida en 199, inicia la vendimia con la ‘Malvasía’ y el Moscatel de su finca en Can Llaudis, a la que seguirán las variedades Chardonnay, Tempranillo y Merlot de la otra finca que da nombre a esta bodega, radicada en Sant Antoni y que sigue una metodología de trabajo 100% ecológica.
En Formentera Cap de Barbaria es una de las dos bodegas que elaboran vino según las pautas marcadas por la denominación “Vi de la terra de Formentera”. Las uvas Merlot, Monastrell y Fogoneu se recolectan a mano desde el inicio de su andadura en 1999. Con ellos la bodega de la pitiusa sur ha elaborado vinos de prestigio que han logrado puntuaciones altas en los círculos más entendidos, como en la Guía Peñín (95 puntos para su tinto Cap de Barbaria). La elaboración se realiza también por separado de forma clásica, que comienza en la recolección siempre a mano y que como se ha dicho, con una estricta selección en la propia viña, y una vez en el lagar, que está junto a la viña, en la misma propiedad, se despalilla, se estruja suavemente y se van llenando los depósitos de acero inoxidable para la fermentación.
Sin embargo, no son pocos los obstáculos a los que se enfrenta el sector bodeguero. Desde las plagas de palomas torcaces, que atacan las vides para alimentarse y que por su gran cantidad pueden generar importantes daños, hasta la extrema vigilancia que requiere la prevención de hongos como el oídio o el mildiu. Esfuerzos que se ven recompensados cuando los vinos son descorchados y disfrutados, momento culmen de todo un proceso que nace con la vendimia.