Desde la localidad vallisoletana Peñafiel os traemos como novedad los vinos elaborados en la Bodega Convento San Francisco.
Esta bodega, fundada en 1998 por la ilustre familia Pitarch-Rodriguez, se ubica en la pintoresca calle del Calvario, donde los vestigios del antiguo Convento de San Francisco, erigido en el siglo XIII, han sido meticulosamente preservados.
Durante este proceso de restauración, se han logrado mantener intactas las naves originales mientras se han habilitado espacios adicionales con la única intención de ofrecer un cuidadoso y minucioso tratamiento en cada etapa de la elaboración del vino. Este enfoque ha permitido fusionar las antiguas tradiciones que impregnan las paredes centenarias con las más modernas técnicas vitivinícolas.
Poseen en propiedad un total de 11 hectáreas certificadas en Agricultura Ecológica, ubicadas en el municipio de Pesquera de Duero. Estas tierras se dividen en 3 parcelas distintas, cada una con características de suelo y altitud únicas. Además, de otras 2 hectáreas en Fuentenebro a una altitud de 970 metros sobre el nivel del mar. Estos viñedos se sitúan en terrazas y descansan sobre suelos compuestos por arena y arcilla rojiza, con la presencia de piedras de páramos y cuarzo.
Además de sus propias parcelas, mantienen la gestión de otras 25 hectáreas en colaboración con viticultores de confianza. Esta extensión incluye viñedos de gran antigüedad, repartidos en pequeñas parcelas en laderas y páramos, en suelos que varían entre arcilla, arena y caliza.
La vendimia se lleva a cabo con precisión, recolectando cada parcela en su momento óptimo de maduración mediante la selección manual. Todas las uvas son sometidas a un riguroso proceso de selección, primero en racimos y luego tras su despalillado.
El proceso de fermentación es igualmente minucioso, diferenciando las zonas de viñedo y parcelas, utilizando depósitos de acero inoxidable de distintas capacidades.
Elaboran vinos de la manera tradicional; tintos a partir de la variedad autóctona Tempranillo y vino blanco de la variedad Albillo de sus viñas más viejas. Maceran tradicionalmente con bazuqueos manuales y remontados diarios. La fermentación maloláctica la realizan determinados lotes en depósitos, y otros en barricas. Posteriormente, los vinos envejecen en barricas de roble francés y americano.
El resultado son vinos honestos, elaborados tradicionalmente, con personalidad y respeto por la Ribera del Duero, que muestran su origen y climatología. Vinos intensos, frescos y elegantes impregnados de terruño y con gran estructura.